¿Democracia? Así no, gracias.

Odio a los conspiracionistas. Los odio con todas mis fuerzas, porque yo me he pasado la mitad de mi vida viendo conspiraciones por todas partes (pecados de juventud), y posteriormente rompiéndolo en mil pedazos. Además, he visto el daño que hacen los paranoicos con voz. Campañas anti-vacunas, anti-medicina, pro naturalismo, etc. etc. etc. No me gustan. Con el tiempo modulé y maticé aquellos pensamientos paranoides y los convertí en lo que tengo ahora. No hay tales conspiraciones. El sistema se perpetúa por el mero juego de ciertos mecanismos creados y de los que es difícil salir. Al final descubres que la gente buena forma parte de la masa informe  y los psicópatas sin cuchillos, y con un iPad bajo el brazo llegan a las altas instancias del poder real y hacen y deshacen a su antojo, de forma que hasta que no llega un psicópata más perverso que ellos, o más joven, no desaparecen del juego.

Y luego llegan los políticos. Meras marionetas en manos de ese poder real, fáctico. Ese poder desafecto a afectos. ¿Algún político con ganas de hacer la puñeta a los bancos, o a las grandes corporaciones? Ni de coña. De cara a la galería y punto.  Lo queramos o no, al final las elecciones no son más que una borreguil fila de personas que se dirigen a elegir entre A y B (con la alternativa de C, que en cuanto puede se transforma en algo igual o incluso peor que A y B, no hay más que ver a los de IU). Y para que salga entre A y B, o en su caso C, para que parezca más disputado, no hay más que dejar que el pueblo siga como está, con su ración de fútbol, de toros, de Número UNO y de otras sandeces varias para que todos nosotros nos volvamos gilipollas. Y así, si Portugal nos gana, Italia nos gana o la Merkel nos clava un puñal de descabello en todo lo alto, siempre podemos echar la culpa a otros, porque los de aquí no somos los cenutrios que nos hemos dejado avasallar por nuestra propia imbecilidad.

Y siempre volvemos al círculo. A las grandes masas de idiotas que votan sobre la base de lo que les ha dicho que ocurrirá. Si llega la derecha, quitará las pensiones. Si llega la izquierda, quemarán las iglesias y nacionalizarán tus ahorros. Gilipolleces. Que como todo el mundo sabe son las cosas que se dicen para que se lo crean los gilipollas. Gilipollas que luego votarán y darán su voto a tios que dicen gilipolleces, que como todo el mundo sabe son las cosas que dicen los gilipollas. Y así el gran circo Gilipollez sigue su marcha por toda España y parte del extranjero.

Porque claro. Yo no pensé en votar a Mariano Rajoy porque me diera miedo que si llegara la izquierda iban a quemar iglesias o nacionalizar mis escasos ahorros. Yo pensé votarlo porque no veía mejor opción para salir de la crisis. No me convencían los mensajes tranquilizadores de un partido socialista que había revelado una y mil veces su total y absoluta inutilidad para combatir lo que se nos estaba viniendo encima. No me veía con fuerzas para votar a un partido socialista que nos había dado el líder más pusilánime que conocieron los tiempos. Ese personaje oscuro, gris, escasamente motivador, desastrosamente pusilánime.

Tampoco me convencían los mensajes de Rajoy. No por que analizándolos me dieran mucho que pensar. Es que no existían. Sinceramente, no sabía qué iba a hacer. Sabía que iba a tomar medidas duras, pero no sabía exactamente cuáles. Aunque me temía que iban a ser medidas terriblemente clásicas y, por ello, inservibles. Y efectivamente, así ha sido.

El tonto poilítico ZP permitió un sistema bancario que nos ha llevado al punto de tener que rescatarlo. Ayudado, eso sí por distintos taifas en cada una de las autonomías. Taifas del PP, del PSOE, de ERC, de IU, etc. Y ZP tragando en la más absoluta de las imbecilidades políticas. Ninguna consecuencia. Rajoy echando más tierra para que no se destape el gran festín de la financiación politica y sindical. No vaya a ser que se destape uno y salgan cientos por aquello de tirar de la manta. Y mientras, los bancos tragándose todos nuestros ahorros. Porque claro, nos quedamos sin trabajo, o nos reducen los sueldos, o no nos pagan. El caso es que la capacidad de ahorro del 90% de los españoles se va al carajo. Y encima, aumentan los impuestos con lo que todavía es peor. Y todo para financiar los errores de unos bancos que, encima, no devuelven a la sociedad todo lo que está haciendo por ellos en forma de créditos. Y encima aún hay algún gilipollas que dice, aún hoy (yo lo dije hace unos meses, pero me arrepiento), que todo esto se produce porque la gente pedía préstamos que no podía devolver. Claro que había de eso. Mucha gente. Y a mi me ofrecieron comprar mi casa tasándomela a un 120% de su valor real… y eso lo hizo el propio Banesto. Claro, uno se plantea si es más delincuente el que sueña con una casa y le facilitan comprarla o el que, teniendo la capacidad económica y las promesas de un crédito barato, hace esa trampa para que la rueda siga girando… hasta que se pare.

Esta crisis tiene muchos culpables y están todos en el mismo lado y muchas víctimas que están todas en el mismo lado. Y no es un problema de derechas o de izquierdas, ni de lucha de clases. Aquí todas las clases están implicadas. Empresarios honrados, trabajadores honrados. Gente normal, que madruga para sacar sus negocios o sus trabajos adelante. Gente de derechas y de izquierdas (aunque estas últimas, como siempre, se estén intentando adueñar de la verdad). Y enfrente de todos nosotros, los psicópatas. No son empresarios, especulan. No son trabajadores, especulan. No son de derechas, solo les importa SU propiedad privada, ni de izquierdas. El libre mercado lo mandan a cagar todos los días. La demagogia plebiscitaria que tenemos como sistema NO FUNCIONA. Debería ser la hora de todos nosotros.

Y por favor, que esta vez nadie intente imponer banderas tricolores ni simbología que no es de todos. Esto no es cosa de republicanos, ni de rojos ni de azules. Es cuestión de supervivencia. Esto, como la religión. Cada uno en su casa. A mi, personalmente, me importa una mierda en lo que tú creas. Sólo necesito saber que estás ahí y que no darás tu brazo a torcer.

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