De conspiranoias: un caso concreto.

Una de las acusaciones más frecuentes que te hacen cuando criticas una conspiranoia (recordemos que son esas teorías que ven en cada suceso importante de la historia una conspiración total), es que no lees lo suficiente y no te has informado lo suficiente. Bueno… Hasta aquí podíamos llegar. Que a mi me hagan esa acusación es «casus belli». Las explicaciones conspiranoicas suelen ser, precisamente, explicaciones simplistas que se paran en un momento histórico, analizan casualidades cercanas y las asocian rocambolescamente con la causa principal (que normalmente siempre es la misma, llámense templarios, illuminati, Roschild o lo que se quiera). Sin embargo, desconocen y omiten (voluntaria o involuntariamente), datos y hechos que complican la teoría conspiranoica de forma radical. Por ejemplo. La famosa teoría conspiranoica de Tesla. ¿Qué desconocen? Pues le dan una patada en el culo a la más básica de las leyes de la Física, que es la de la conservación de la energía. Aquello que aprendimos de siempre, y sobre lo que toda la ciencia sigue trabajando (ahora dirán que como lo aprendimos en el cole, es manipulación, y que toda la ciencia trabaja sobre presupuestos falsos y que la realidad solo la conocen unos pocos… y ellos). Aquella Ley que dice que la energía no se crea ni se destruye, sólo se modifica. Pues eso a la porra.

Me encontré hace poco la siguiente imagen:

Israel y CIABien… Analicemos el tema. ¿Tuvo la CIA algo que ver con la creación del Estado de Israel? SIN DUDA. ¿Fue algo que hizo de forma independiente y al margen de sus atribuciones normales? NO. En la creación del Estado de Israel se vieron involucrados multitud de agentes, de la cual la CIA era uno más, un mandado. Tuvo que ver, sobre todo, en el aprovisionamiento de equipos a los Israelíes, principalmente a Hagana. Viejos P-51 de la guerra, los famosos B-17. etc. Pero no es el principal inspirador del nacimiento de Israel.

Cualquiera que conozca la historia de Israel esta teoría le deparará una sonrisa amable, o un cabreo monumental, pero en ningún caso le despertará simpatías. Lo cierto es que la creación de Israel se gesta en la mitad del Siglo XIX, cuando nace el sionismo internacional. Y esa es la primera contradicción. En ese momento un grupo de pensadores judíos, al frente de los cuales destaca Theodore Herzl, formula los primeros pasos de la creación de Israel. Los sentimientos antisemitas de una Europa convulsa por el azote de los nacionalismos excluyentes produjo como reacción el nacimiento de otro nacionalismo excluyente, el sionismo (el vergonzoso caso Dreyfuss en Francia dio alas al sionismo). Lo definiremos como el intento de dotar a los judíos del mundo de un territorio para fundar un Estado. La contradicción estriba en que el sionismo surge como un movimiento socialista y ateo. Sin embargo, utiliza como vehículo de unidad la religión. Da igual la raza del judío. Basta que sea judío. Y de esta forma, puede ser ashkenazy (eslavos), sefardí (semitas) o etíope (negro). Lo importante es que sea judío… o descendiente.

En este momento histórico, la CIA ni existe, ni se le espera. Hay que decir que dentro del propio movimiento sionista, no todos hablan de crear el Estado en Palestina. Pero ya llegaremos a eso. Ni todos los judíos son sionistas. Para muchisimos ortodoxos la creación del Estado de Israel es una blasfemia, pues se aparta de los escritos bíblicos y no ha sido creado por el Mesías esperado, sino por un grupo de hombres que encima se declaran socialistas y laicos (no todos son ateos, pero sí laicos, es decir, partidarios de un Estado no teocrático).

Llegamos a los años 20. En esa época y aun desde antes, ya hay varios kibutz en Palestina. Sobre todo en la zona de Galilea (actual norte de Israel, frontera con Líbano). En esa época se dan también los primeros enfrentamientos entre los colonos que han llegado, y han sido en general bien recibidos por la población autóctona, y la población local. El número de colonos se hace progresivamente mayor. El problema en un momento dado es tan preocupante que hace que el Gran Mufti de Jerusalén, (en un movimiento táctico que supuso un gravísimo error), se alíe con Hitler para expulsar a los judíos de Palestina. De nada de esto es responsable la CIA. Los movimientos del sionismo internacional se hacen entonces más grandes. Es interesante leer a tal efecto las memorias de David Ben Gurion, que es considerado padre de Israel y en ese momento es la cabeza visible del sionismo socialista y laico. En algún párrafo de sus memorias llega incluso a decir que de tener que destinar el dinero del sionismo a la creación del estado de Israel o la salvación de los judíos alemanes, el primero objetivo es más importante. Aunque después esos mismos judíos son los que van a servir para utilizarlos como excusa ante la opinión pública.

Cuando llega la hora de la creación del Estado de Israel, no solo interviene la CIA. Todos los estamentos del Gobierno norteamericano intervienen y, fundamentalmente, el Departamento de Estado. El día de la votación de la creación del Estado de Israel, las encuestas daban en contra por un estrecho margen. El Departamento de Estado habló con la delegación israelí y le dijo que tenía que alargar la sesión lo suficiente como para que la votación se aplazase. Como al día siguiente era sábado, por respeto a la delegación israelí, no iba a haber sesión y así la votación se aplazaría. La delegación israelí empezó su discurso por el Génesis… Entretanto, el departamento de Estado hizo las oportunas gestiones para conseguir la modificación del voto de unos cuantos Estados Iberoamericanos y caribeños (en ese momento histórico auténticas repúblicas bananeras). Si a eso le sumamos el voto favorable de estados tan «representativo» como las Islas Marshall, y el hecho de que entonces la mayoría de Estados árabes eran protectorados o colonias y no votaban, tenemos la ignominia terminada y cumplida.

No hay mucho más. La misma historia de siempre. Unos lobbies, intereses geoestratégicos, y poder. Esta historia está llena de matices que han sido obviados, pero que quedo a la disposición de cualquiera para ampliarla. En cualquier caso, la Historia es mucho más bonita que las historias conspiranoicas, que por lo general son simplistas y reduccionistas, aparte de olvidar hechos y personas importantes, y reducir la fuerza del pensamiento a meros movimientos de tres o cuatro actores…

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