El dilema de España: Reseña

Ha caido en mis manos un libro, El dilema de España de Luis Garicano, que creo que disecciona y define bien los problemas de España y los caminos hacia los que nos dirigimos si no damos un golpe de timón. Básicamente coincido en casi todos los planteamientos y desde aquí los resumo y, como no me puedo quedar en la simple reseña, añadiré qué me parece a mi qué falta o lo resumiré desde mi propio punto de vista.

El dilema de España
El dilema de España de Luis Garicano

En Resumen, Garicano basa el golpe de timón para España en tres pilares:

1.- Educación, que debe pasar de la memorística a la analítica. Como formador este es el punto que más me afecta y además creo que no es inviable, siempre y cuando se modifiquen algunos aspectos básicos de la Educación en España. A saber:

  • Eliminar la ideología del aula, al menos como asignatura. Fuera religión, por supuesto. Ni media asignatura de religión ni historia de las religiones. La asignatura de Historia cubre suficientemente estos aspectos. Filosofía cubriría perfectamente el campo de la ética. Quien quiera religión puede aprenderlo en casa o en su respectiva Iglesia, mezquita, sinagoga o centro de yoga. 
  • Potenciar el «learning by doing». Esto tiene múltiples aspectos. Desde la potenciación de todas aquellas formas colaborativas de trabajo, hasta distintas técnicas de role playing. En ese sentido las Nuevas Tecnologías proponen herramientas sencillamente increíbles a la hora de realizar estas tareas. Desde twitter hasta scoop.it. Wikispaces, por ejemplo, es una impresionante herramienta a la hora de realizar trabajos colaborativos en Historia. Además potencia la necesidad de que el alumno aprenda a localizar fuentes de conocimiento eliminando totalmente adquirir conocimiento de vida util corta que han de ser reciclados permanentemente. El alumno aprende a seguir aprendiendo.
  • Crear una auténtica cultura del esfuerzo. El mejor camino para ello es el alumno motivado. Un alumno empeñado es una tarea colaborativa está mucho más motivado por muchos factores que el alumno trabajando solo y sólo para presentarse a un examen.
  • Modificar las pautas de evaluación. La evaluación pasa a ser realmente continua. Valorar las participaciones del alumno, su implicación en proyectos y la consecución de competencias, no de resultados en exámenes memorísticos.

2.- Transparencia empresarial.

Poner hoy una empresa en España, construirla y desarrollarla, supone mucho más que emprender. Supone, en muchos casos, que los jóvenes que se lo plantean piensan en los contactos que tienen, en el padrinazgo, no desde el punto de vista de inversión o de financiación de la idea, sino político.

Además, en España se trabaja mal. Muy mal. Muchas horas, para poco rendimiento, entre otras cosas por los fallos de la formación.

Otros aspectos de esta transparencia deberían pasar por una fiscalidad adecuada, tendente a eliminar el fraude y las empresas sumergidas, una mayor diversificación de la estructura empresarial, más allá del ladrillo y afines. Acabar con la idea el «marshallismo» en forma de Eurovegas, Olimpiadas o Exposiciones Universales.

3.- Mayor calidad en las élites dirigentes.

Este es el elemento más difícil. Garicano apunta, con razón, que la mayor parte de nuestros dirigentes no son élites de ninguna de las maneras, sino simples medradores. Sí, hay gente válida, que un día se pasó estudiando muchas horas y sacó unas dificilísimas oposiciones. Pero no son personas imaginativas. Son funcionarios, acostumbrados a las cadenas de mando. A las jerarquías. A subir dentro del partido por obediencia, no por capacidades. Y todo ello para ganar un sueldo normalito y unos pocos privilegios. Y poder para medrar, claro.

Apunta también que los sueldos de los políticos en España son bajos. Tiene toda la razón. Pero maticemos. Para lo que tenemos, son altos. Si quisiéramos atraer a la gente válida de verdad deberíamos disminuir el número de cargos y aumentar su retribución.

Apunto yo que además habría que cambiar el sistema de partidos políticos. En la actualidad el sistema favorece el ascenso de los mediocres obedientes. Uno no debe salirse de la jerarquía si quiere llegar a ese sueldecito y esos privilegios. Con ello también desaparecería el oligárquico método de la disciplina de voto. Las listas abiertas, además, favorecerían la participación en las urnas de aquellos más informados y desanimaría algo a aquellos que hoy deciden a golpe de trincherismo político.

Hay muchas más cosas que cambiar, pero estos tres pilares son básicos. Un buen libro para la reflexión.

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3 thoughts on “El dilema de España: Reseña

  1. Hoy debo discrepar con usted. No en el fondo pero sí en los matices y en los pilares en los que se sustenta el ansiado «golpe de timón».

    Lo primero es que, desconociendo el libro de Garicano, no sé si esta expresión proviene de él o ha sido propuesta por el autor de la entrada. Y me parece peligrosa, porque de golpes de timón, golpes de mano, y golpes de pecho, hemos tenido experiencias anteriores, y más parece un golpe de estado. Aún así, entiendo que el significado es el de cambio de rumbo.

    En cuanto a los pilares estoy de acuerdo en ellos: educación, calidad en la inicativa privada y calidad en la dirección pública. Quizás fuera tan solo necesario el primero, la educación. Una mejora en la formación del individuo redundará en mejoras en la calidad de la empresa, no solo en cuanto a la transparencia sino en tanto a la mentalidad y a la cultura empresarial. Porque no ha de olvidarse que la mayoría de las empresas que conozco no buscan la consolidación sino el crecimiento y la búsqueda de mayores beneficios económicos en corto plazo, ejercicio a ejercicio. La mayoría sin un verdadero tejido en el que absorber el crecimiento. Y también porque individuos mejor formados podrán elegir mejor a individuos, a su vez, mejor formados.

    No estoy yo para discutir esos tres pilares, pero echo de menos el que se hable de principios, también podrían ser pilares, en los que sustentar el cambio en la inercia de este país. Uno es la idea del Estado, la formación de una conciencia de lo qué los españoles somos y de qué queremos. Otro pilar fundamental para mí es el de la conservación de la estructura público en materias que son estratégicas para la supervivencia de una nación: la ya nombrada educación, la sanidad, las relaciones exteriores, el modelo energético o la conservación mediioambiental. Sin esos principios será difícil no dar un cambio de rumbo hacia ningún lado.

    Para terminar, y discúlpeme el autor, algo que me molesta muchísimo y que extraigo: «élites dirigentes. Este es el elemento más difícil. Garitano apunta, con razón, que la mayor parte de nuestros dirigentes no son élites de ninguna de las maneras, sino simples medradores. Sí, hay gente válida, que un día se pasó estudiando muchas horas y sacó unas dificilísimas oposiciones. Pero no son personas imaginativas. Son funcionarios, acostumbrados a las cadenas de mando. A las jerarquías. A subir dentro del partido por obediencia, no por capacidades. Y todo ello para ganar un sueldo normalito y unos pocos privilegios. Y poder para medrar, claro»

    ¿Por qué me molesta? Por varias razones. Para empezar porque la idea de élite dirigente me recuerda, it smells, a la idea que tiene los americanos de la democracia, la de presidentes electos de entre las élites económicas, de entre las familias que, a lo largo de los años, han amasado grandes fortunas. Para seguir porque hay una confusión total entre la función pública que ejercen los funcionarios y la función ejecutiva de los cargos electos. Es posible que se confundan, y es posible que desde la función pública alguuien dé el salto al otro lado, a la política, pero no somos lo mismo. Para respiro y alivio de muchos. Y de muchos derechos que se salvaguardan por nuestra labor.

    Se habrá adivinado mi malestar por ser catalogado de medrador por obediente, de estar acostumbrado a las cadenas de mando y a las jerarquías y de ser poco imaginativo. Y sí, estoy molesto porque quien dice esto no debe conocer muy bien la labor del funcionario, en mi caso y en el de muchos compañeros, tachado de poco imaginativo por respetar normas comunes a todos, por respetar que sobre mi criterio esté el del político, de alguna forma expresión popular de mando y que, sobre mi responsabilidad y la libertad de criterio que ejerzo, esté la de mi superior. Es verdad, y muy cierto, que mi sueldo es normalito. No es verdad que tenga privilegios.

    Ojalá haya un cambio en la dinámica actual de las cosas. Mal vamos. Peor iremos si pensamos que, una tercera parte de los problemas provienen de los que ocupamos la función pública.

  2. Sin duda una mala explicación. Si lees el libro se ve más claro. Se refiere a aquellos que se dedican a la política. Precisamente habla de que los funcionarios que se dedican a su trabajo y no se dedican a la política es gente cumplidora y muchas veces incluso díscola con el poder de turno. Gente honrada (yo mismo he contado alguna vez como un alcalde te hacía pasar por detrás del ayuntamiento para que los técnicos no vieran sus tejemanejes).

    Pero aquellos que se dedican a la política suelen combinar por un lado su interés por medrar y por otro lado su falta de interés por hacer bien su trabajo.

    En cualquier caso, dame a mí el demérito. Por no saber resumir bien la idea. Es inmerecido que dicho así parezca algo como lo que tú planteas. Lo lamento.

  3. Recibidas tus explicaciones. Y dejando al lado el tema de los empleados públicos, ¿no crees fundamental que no se plantee antes de emprender cualquier viaje saber quiénes somos y a dónde queremos llegar?

    Sabes que para nada soy nacionalista, de ningún lado, pero pienso que sin tener claro qué identidad tenemos no hay nada que hacer.

    Por cierto, si quiere usted ponerse de «mala leche» lea un artículo en El País. César Molinas, artículo Lo que no se quiere oír sobre Cataluña. Al menos a mí la idea del culto, trabajador y europeo catalán frente al resto de baturros y catetos patrios me lleno de rabia. Y es que hay argumentos para todo.

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