Hasta los huevos de lo políticamente correcto.

Algo me ha dado hoy. Hacía días que no escribía nada por aquí, bastante cansado de escuchar estupideces de seres poco dotados intelectualmente que, por alguna razón que desconozco, han sido elegidos como gobernantes, mientras que otros seres de similares características pugnan por hacerse con el poder, mientras los listos polarizan la opinión pública utilizando a ambos tontos para aumentar sus tiradas o su audiencia… y nosotros en medio.

Me ha dado por pensar en mi juventud, cuando creía que esas cosas se podían cambiar. Y por supuesto en la música que sonaba entonces. Y me he dado cuenta hasta qué punto nos hemos vuelto idiotas para conseguir una mayor democratización. No sé por qué coño, siempre que se intenta democratizar algo, es por defecto, para que seamos más iguales, seremos todos más idiotas. No sé si siempre ha sido así, pero hoy la gilipollez colectiva entra por la izquierda. Supongo que como la izquierda es más del pueblo llano, hace falta lanzar consignas más gilipollas, y hacerlo todo más demagógico (en realidad más inteligible, dado nuestro nivel cultural) para ganar audiencia y por ello votos.

Esta mañana me viene a la cabeza una canción de mi juventud. Y he pensado que seguramente hoy esa canción estaría prohibida. Inmediatamente saldría el ministerio de igualdad (uy, perdón, la Secretaría de Estado para la Igualdad de Género, mira que les gusta los nombres largos a estos gilipollas), diciendo que incita a la violencia de género, que caca, caca y que nuestras mentes no están preparadas para tanta violencia. Y mientras tanto, permiten que el género femenino se degrade con Belén Esteban. Pero bueno, eso es del pueblo, que para eso es su princesa. Y entonces dirán las palabras gurú de la progresía, intercalándolas como puedan, para que suene bonito. «Sostenible y transversalidad». Los nuevos mantras del rojerío hispano. Y producirán nuevos anuncios contra la violencia de género. Anuncios, que por cierto, siempre he pensado que son contraproducentes, porque el psicópata no va a sentir remordimientos o le va a nacer una conciencia o una empatía por mucho anuncio que pongan. Los anuncios son para que las progres se sientan dichosas de que a las mujeres las protegen de los hombres, que como muchas de las feministas más radicales conviven con mujeres, sienten que todas las demás mujeres del mundo son infelices por convivir con hombres y hay que protegerlas (esto es una meada fuera de tiesto, pero tenía ganas de decirlo, porque algo de verdad hay, y todos sabemos que es verdad). Es como cuando el alcalde de Valladolid soltó la burrada aquella de Leire Pajín. Estoy seguro que más de la mitad de diputados socialistas, cuando se daban la vuelta se daban codazos entre ellos y se decían: «jijiji, ¿ves como ya te lo decía yo?». ¿A que sí?

Los anuncios, decía, no son para que los psicópatas dejen de matar. No tendría nada de extraño que los anuncios tuvieran incluso efecto llamada para algunos. Un psicópata no va a dejar de matar a su pareja porque le intenten despertar una inexistente conciencia. Un imitador, hasta es posible que se sienta tentado por los anuncios y el bombo. Un pirómano descubrirá con los anuncios una nueva forma de publicidad. Pegar fuego a la casa de su mujer. Miel sobre hojuelas.

El caso es que quiero reivindicar una canción profundamente incorrecta. Una de las mejores canciones de mi vida. Con ella he practicado el Air Guitar y el Air Piano (porque el piano es brutal), y el Pen Drums (variante que consiste en tocar la batería con bolígrafos). Una canción que hoy, en un mundo de políticos gilipollas que nombran ministras gilipollas, no sería posible. Un homenaje a Loquillo.

Y por si fuera poco, y para terminar la meada fuera del tiesto, otra canción violenta, que me trae recuerdos y que ayudaron a que me convirtiera en lo que soy. Un hombre que jamás ha dado un puñetazo a nadie, con unas ganas locas de cargarse a la manada de gilipollas que nos gobiernan… se entiende políticamente, claro… Nada de violencia.

Ah, y otro dia, si me sale, hablaremos de las guias de lenguaje sexista, que eso si que es para reirse.

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